Cuando te empiezas a rendir, se nota; la
rigidez de la mente, otrora presente, te impide ser. Ser lo que fuiste, ver lo
que viste, oler como olías. Pasan los días y los aires que vuelan, se cuelan
sin tu permiso. Permanecer en aviso, no merece la pena, es ley eterna. Ir
contra corriente, saltar alguna pendiente, puede ayudar; pero todo…, depende de
cada cual.
¡Cómo huele el
alba…! ¡Qué aroma despierta…! Cómo no permanecer alerta, ante tal derroche de
fuerza; qué sutileza encierra su olor. Qué puede hacer, un yo…
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