Me vieron y
sorprendieron respirando hondo; apretando los dientes y mirando a la Serena.
Inigualable sensación, de confort y justicia plena.
Había llovido aquella
noche y algún charco reflejaba en aquella
mañana espléndida, libre de pecado, eterna, eterna; un nítido reflejo de espejo
y agua. Dioses que reclaman calma y calma; benditos momentos, de dulce
encrucijada.
Mi corazón necesita de ti, él te reclama; en los ocasos tardíos y en los amaneceres de blanca alba. No me muevan de aquí, mirad como
se derraman mis sinceras lágrimas; así soy feliz, no me presenten el mañana…
… y si alguien pregunta, que sea lluvia, que sea escarcha…
JM Vereda 21/6/23
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