jueves, 20 de diciembre de 2018



-¿Por qué escribes, papá?- me preguntó mi hijo mayor…, sin piedad.
- Es complicada pregunta, complicado el  responder,  porque no lo sé; sí…, no sé por qué lo hago. Sí sé, que me hace falta hacerlo; que me encuentro bien así. A la tecla del ordenador, al bolígrafo…a lo que sea, me entrego. El papel o la pantalla son mis jueces y testigos-amigos, confesores de mi religión y acólitos.  Cedo paso, hijo,  a lo que sale de dentro y lamento, mi falta de memoria; estupendas historias, perdí. Cargo mis pistolas con balas de paz y versos, sin retroceso.
- Pero…son demasiado íntimos y universales; curando males  y dejando abiertos precipicios. Tales, como qué querrás decir emitiendo uno u otro veredicto.
- La interpretación, querido hijo, debe ser siempre personal y hasta exclusiva.
- Sí, sí…estoy igual que estaba.
- Un abrazo, hijo…
- Dios, para ti, papá…


JM



No hay comentarios:

Publicar un comentario