No puede volver, quien
no ha ido; ni producir un
latido quien no porta corazón; tal vez sea mejor pensar en el
olvido… y darle la razón. Aunque no se debe olvidar aquello que en alguna ocasión, se
consideró oportuno; si así fue, apoyo con él.
El final le dijo al comienzo: lo importante, es el
trayecto.
Sí, es un médico que cura con los ojos, evitando
enojos; no sana con las manos, ni trabaja en vano. Una simple mirada, es todo
su reconocimiento; para qué prolongar momentos, para qué recurrir a medicinas
que a parte de la ruina, desconocen lamentos.
Generaba confianza su mirar infinito, su llamada, su
grito, su templanza; su olor hasta a oscuras que amparaba hasta la
más sutil bienaventuranza. Nunca aparecerá la cura, si no utilizamos
suturas convenientes; hasta llegar a la sepultura nos queda mucho que andar; si
somos capaces de caminar. Tal vez el cojo, llegue más lejos que nadie, su lento
caminar y su apreciación distinta del recorrido, le reporten más ser motivos,
para disfrutar del final.
Cuando la esperanza nos desborde, llegará la sanación
de cualquiera; linda manera de afrontar retos concretos y sueños alcanzables.
La ignorancia no se cura, perdura…; llegará lejos, si nos miramos
siempre… en los mismos espejos.
Os lo digo yo,
que como tiempo…
guardo razón.
Novela…Vereda de verdad.
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