Defiendo…
la Serena, en vena;
el mirar de su sierra,
el olor de su tierra,
su sentir;
ese, que baila…
con flores de retamas
y lluvias, de abril;
ese, que no esperó a la
noche,
ni a los reproches
de ciertas damas
que en su ventana,
quisieron hacer nido;
ese, que escuchó el
latido,
del arroyo que corría,
las grullas que venían
y el tierno sentir…
de un hombre que tuvo,
esto, que decir.
JM
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