Le faltaba…belleza, a
su cabeza; no por falta de pelo, sí… por
cabezón; poco podía alojarse, en tan preciado…salón. Lo intentó todo, de nada
sirvió; siempre quiso ser él… y sólo era, yo. Un yo, constante y decidido, amante
de ruidos vanos y de juicios cercanos a inadecuados precipicios.
Oveja…y pastor; rebaño
y carnero. Nunca pensó en un luego, llegó al “ya está”. Para que ir más lejos,
para qué ir más allá; creía que lo tenía todo… y no tenía “ná”.
Nunca se confesó…; él
mismo era mandamiento y oración; sus misas, sin prisa…; ni sacristán, ni
confesor; ni pijama, ni camisón a la hora de dormir. No tenía previsto… temer
al sueño, que desde pequeño se presentaba indicándole que modificara su forma
de actuar, no…confundido, hasta el final.
JM
Novela Vereda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario