Romance… a los perreros de la Serena.
Cantaba la Lola de parao…
en medio del jaral;
había llovío por la noche
y allí, se encontraba acurrucá;
segura de sí misma,
disfrutando de su bienestar;
aquella vieja pepa…
con años de más,
no hizo mucho caso,
a quien la quería molestar;
una grifoncilla con ganas
y fuerza, en el cantar;
la oyó la Córdoba…
que poco tardó en llegar;
campanera de pelo duro,
colorá como la que más;
fiel a su perrero que con esmero ,
tuvo que criar;
fue la única de la camada,
no hubo más;
llegó al encame …
y poco tuvo que esperar;
las jaras arropaban,
a quien defendía su hogar;
le pidió permiso,
la miró con lealtad;
en ocasiones…
los ojos no necesitan tinta para
escribir,
ni las lágrimas llanto,
para ser leídas;
el punto de partida,
no tiene por qué ser el final
pero ante tal desenlace,
poco se podía esperar;
es más…
cierta gabata asomaba,
extrañada de aquel plan;
-vamos Lola,
vámonos ya,
no molestemos más… este hogar.
JM
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