… y me acostumbré a no tener a nadie para recitarle el poema
que acababa de escribir; a mirar siempre al cielo y no a los espejos que pudieran
maldecir; a recoger la lluvia en mi
mano, no sentirme vano y sí, completo adalid.
Sentí… que los abrazos
fuera de plazo, no gozan de porvenir; que un guiño a deshoras vale más que mil noches de alcoba; que no
puedo barrer sin escoba y que si leo, no puedo escribir.
Sé… que existen mundos
profundos, llenos de vida compartida entre el gozo y deseo nunca feo; amantes de
un antes fabuloso e inquieto.
Por todo
eso…
Abrázame…
cuando llegue
el día;
la noche
viene pronto;
no llama,
no pía.
JM
No hay comentarios:
Publicar un comentario