No estudió poesía, ni otra cosa; ni rima, ni verso y en este exceso de carencias, se presentaban ideas, pidiendo ser recordadas. No lo advirtió y sembraba la “vía”, de anhelos y ganas de continuar. De esta manera se encontraba a gusto con lo que hacía, no le costaba trabajo, continuar.
Cierto olor, suponía un motivo; cierta mirada…, inquieto desasosiego donde los luegos eran ahoras y el escribir, necesario. Para qué idear atajos a ese tajo si así, se sentía feliz. Un poema infinito, una llamada a gritos, un… soñar; sí, soñar dormido, sintiendo los latidos de su interior.
Mucho tiempo estuvo solo, conociendo la soledad; siendo
señora difícil de amar. Se acuesta temprano, teme no llegar a la oscuridad de
la noche que sin duda, se presentará; una vez dormida, le cuesta soñar.
Aquella noche,
quien no estudió poesía, no cenó; desvelos de madrugada o falta de sueño;
enemigo este, no pequeño; vivo, vivo, y cierto. No quería pensar en nada y se
imaginaba el cielo; tormento oportuno, tal vez consuelo. Hilar rimas y
sentirse preso, de ellas. Dichosas mujeres, sin dueño; ricas empresarias, con
falta de dinero. Quedaba lejos el alba y el amanecer más intenso;
más lejos, el verso. No advirtió que quería soñar…, soñar despierto. Así…
Se presentó el poema…
tras toda la noche sin
dormir;
ayuno de desayuno
y poco más que decir;
durante el día
quiso escribir, pero…
qué escribía;
la noche fue cruel,
amarga y fría;
estar despierto suponía…
darle vida, a esta
poesía;
por lo tanto,
no durmió;
sin
saberlo…
su poema, acabó.
JM Vereda....3/12/21
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