A la vera del pizarro…
el guarro hizo cama
y era el corazón mío,
quien vibraba;
con cerdas como esparto
y barro de la baña,
se abrigaba;
aún él ausente,
su olor presente,
le delataba;
había salío a buscar novia,
a aquella noria,
del arroyo hondo;
yo le esperaba...
callao y quieto,
hasta me subí a un alto,
pa no declarar mi puesto;
llegó pronto,
venía contento;
al encender la luz,
me miró mu serio,
quién osaba molestarle,
cómo era aquel misterio;
perdonó mi presencia
y yo, a aquel compañero.
JM
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