No…, porque nadie te entienda, tú
estás confundido; no todos los ladridos…, provienen de los mismos canes que a
falta de panes, suspiran latidos. Lo que pienso, lo que digo…, en lo que
persigo no figuran esculturas de paño; otrora y antaño, daño; ahora…, señoras.
A las feas deas, de riquezas y lujosos
espejos, mientras más lejos, mejor; mi Dios, compromiso eterno, gigante y
sueño; dueño de mi yo. A ese…, veneración; absoluta veneración.
Ya me defenderé a gritos, enterrando
a malditos deseos de gloria, que en mi memoria…, no figurarán: ya mi prosa,
será otra cosa; nunca rencorosa, más llana, más real. Más ama…, de mi
bienestar.
JM Novela Vereda.
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