Se vestía con tatuajes…
y este equipaje,
de embalaje y miedo,
disfrazaba paisajes
de deseos y quieros;
no necesitaba indulto
a tanto culto;
ni disparos a los espejos
que desde lejos…, miraban;
siempre defendió un mañana,
nítido como un reflejo,
amigo de los versos,
ecos del alma.
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