Acusan a mi soledad, de forma ingrata; tal vez yo meta la
pata, defendiéndola como es. Paso mucho tiempo a su lado y jamás fui rechazado;
esperé el momento indicado para indicarle yo a ella, que el porvenir no
necesita querella y que nunca se está
preparado para nada; siendo el momento preciso, quien prima.
Aprendí a vivir solo y en ese acomodo de paz y gloria, ya nada en mi memoria, cierto bienestar; me ofreció su regazo y aunque a plazos, he de pagar. Se lo debo y no puedo fallar porque hasta a oscuras, se hace notar. Me acostumbré a su olor sin buscarlo; lo hice mío y lo disfruté; a ver quién me quita, ese placer.
y
no es verdad;
me
acompaña…
mi
soledad;
digna
señora,
a
la que amar.
JM Vereda 30/5/22
No hay comentarios:
Publicar un comentario